PORTAFOLIO_2/T_3: APRENDER CON EMOCIÓN: MAPA CONCEPTUAL Y VISUAL THINKING EN EL AULA.



Fig 1_Visual Thinking. Emoción como papel fundamental en el proceso de aprendizaje. Natalia Matías Rivero.


¡Seguimos avanzando en nuestro camino por la evaluación! En la sesión de hoy nos adentramos en dos herramientas que, aunque a menudo utilizamos sin darnos cuenta, pueden marcar una gran diferencia en la forma en que organizamos y presentamos la información: el mapa conceptual y el visual thinking. Ambas estrategias nos permiten estructurar conocimientos de manera clara y visual, favoreciendo un aprendizaje más significativo y profundo.


Mapas conceptuales y Visual Thinking: aprender con la vista

Un mapa conceptual es una herramienta didáctica que permite representar información de forma jerárquica, facilitando la identificación de relaciones entre ideas. Para elaborarlo, seguimos estos pasos:

  • Lectura comprensiva del texto.
  • Identificación del tema central y los subtemas.
  • Reconocimiento de palabras clave.
  • Organización jerárquica de los conceptos.
  • Establecimiento de vínculos entre los distintos elementos.

Este método es muy útil para sintetizar información, conectar conocimientos previos y aclarar ideas clave.

Por otro lado, el visual thinking funciona de manera similar, pero con un añadido fundamental: las imágenes. No se trata de realizar dibujos complejos, sino de utilizar representaciones gráficas simples que ayuden a visualizar conceptos de manera clara. En este sentido, la imagen se convierte en un recurso clave para estructurar el pensamiento y favorecer el aprendizaje.


De la teoría a la práctica

Para aplicar estas herramientas, realizamos una actividad en la que:

  • Leímos un blog educativo en 20 minutos.
  • Creamos un mapa conceptual con los puntos clave.
  • Finalmente, transformamos esa información en un visual thinking, incorporando elementos gráficos para facilitar la comprensión.

Este ejercicio nos permitió comprobar cómo la representación visual ayuda no solo a sintetizar información, sino también a estructurarla de manera más eficiente y atractiva.


Mi experiencia con el texto de Lola Alcántara Guerrero

En mi caso, trabajé con el artículo "El cerebro solo aprende si hay emoción", de Lola Alcántara Guerrero. Su lectura me hizo reflexionar sobre la relación entre evaluación y emoción en el aula. Como plantea el texto, la evaluación no debería ser un juicio final, sino un proceso continuo que permite al alumnado comprender su propio aprendizaje y mejorar en el camino. Además, herramientas como la coevaluación y la autoevaluación juegan un papel clave para que los estudiantes tomen conciencia de su evolución.

Texto completo del artículo:

Autor: Lola Alcántara Guerrero
"El cerebro solo aprende si hay emoción".

Esta cita de Francisco Mora nos hace reflexionar sobre el papel fundamental de la emoción en el proceso de aprendizaje. De esta premisa parten las actividades de motivación que introducen un proyecto en el aula, el diseño de tareas y la presentación de la información que se lleva a cabo a lo largo del proceso. Esta estructura de aula se enriquece con el trabajo cooperativo, aumentando la carga emocional en el trato entre iguales, con quienes contarán para mejorar la calidad del producto final que van a presentar.

Y es precisamente en esta revisión donde entra en juego la evaluación, punto clave de inflexión para la mejora de su aprendizaje y donde, como observo en mi aula, tienen un papel clave las emociones. La evaluación no es un momento puntual, aleatorio o estructurado. La evaluación es una herramienta cotidiana que ayuda a regular, modelar, modificar y en definitiva mejorar la calidad de las vivencias a lo largo de todo el proceso. Al alumnado se le pide evaluarse a sí mismo y a los demás, aceptando por tanto ser evaluado, reflexionando así sobre lo que aprende y cómo lo aprende y convirtiéndose de esa forma en parte central del proceso de evaluación.

En la Orden de 4 de noviembre de 2015, por la que se establece la ordenación de la evaluación del proceso de aprendizaje del alumnado de Educación Primaria en la Comunidad Autónoma de Andalucía, se contempla a la evaluación como:

“Un proceso educativo que considera al alumnado como centro y protagonista de su propia evolución y que le facilita el despliegue de sus potencialidades personales y su concreción en las competencias necesarias para su desarrollo individual e integración social. Con este fin, el proceso de la evaluación debe realizarse mediante instrumentos y procedimientos que promuevan, de manera paulatina, la autogestión del esfuerzo personal y el autocontrol del alumnado sobre el propio proceso de aprendizaje…”

Y es precisamente este enfoque de la evaluación como proceso de desarrollo individual e integración social, el que desprende su parte emocional. A menudo integramos en el aula estrategias que facilitan la autoevaluación y la coevaluación. Desde el inicio de un proceso de estructura cooperativa para la creación de un grupo base, por ejemplo, podemos incluir una diana de autoevaluación para ser conscientes de los roles en los que encuentran sus puntos fuertes y débiles los componentes de un equipo.

Estas fortalezas y debilidades iniciales pueden ser un punto de partida para la reflexión sobre aspectos propios individuales mejorables de cara a su proceso de aprendizaje. Por otra parte, los ítems con mayor puntuación reforzarán a un alumnado que se presentará ante su equipo como pieza con alto potencial en determinados aspectos.

Sin embargo, es frecuente observar cómo el alumnado que habitualmente tiene una visión positiva sobre sí mismo tiende al optimismo, incluso en exceso en ocasiones, al cumplimentar dichos ítems. De la misma forma, el alumnado con baja autoestima, a menudo no es capaz de mostrarse en un principio con puntuación alta en estos cuestionarios, necesitando para ello motivación extra por parte de sus iguales o del profesorado. Sería por tanto conveniente llevar a cabo simultáneamente un plan de desarrollo emocional intrapersonal para incrementar la objetividad de las reflexiones en la visión sobre sí mismos proyectada a partir de sus producciones.

Con la finalidad de mejorar la calidad del producto final, como mencioné anteriormente, y manteniendo al alumnado en el centro del proceso de aprendizaje y por tanto de la evaluación, es habitual establecer momentos de coevaluación. Al vivir la evaluación desde un rol diferente, y pasar de ser observado a observar, se adquiere una mayor implicación en el proceso que hará efecto espejo para el análisis de sus propios resultados. Una vez más las emociones, en este caso interpersonales, jugarán un papel fundamental. La falta de asertividad en las respuestas y de objetividad al margen de preferencias de índole personal, así como la aceptación de los comentarios externos, a menudo supone un impedimento para una coevaluación objetiva. Se pone de manifiesto una vez más la necesidad de un plan de gestión emocional simultáneo al desarrollo del trabajo en grupo.

Como conclusión, considero importante que el uso de una metodología que sitúa al alumnado como protagonista de su evolución, esté acompañada de un refuerzo emocional inter e intrapersonal para favorecer la objetividad en la evaluación, parte esencial del proceso de enseñanza – aprendizaje.

 

Mi experiencia con el Visual Thinking

Ahora bien, transformar este contenido en un visual thinking fue todo un desafío para mí. La consigna exigía que los dibujos fueran hechos a mano en un tiempo limitado (unos 30 minutos), lo que supuso una dificultad añadida. Como diseñadora gráfica, mi trabajo suele centrarse en tipografía y texto digital, así que esta actividad me sacó completamente de mi zona de confort. El tiempo escaso y la falta de herramientas digitales hicieron que el proceso fuera más complicado de lo que esperaba.

Es cierto que el resultado final (fig.1) no fue del todo de mi agrado, pero me permitió descubrir una herramienta con gran potencial. Con más tiempo y adaptada a mi entorno digital habitual, el visual thinking podría ser una solución efectiva para explicar temas complejos de forma más clara y atractiva. Al final, somos seres visuales, nos guste o no.

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